Arévalo, respaldado por una inédita alianza de sectores rurales, organizaciones indígenas, grupos urbanos e intelectuales, enfrentó acciones judiciales y protestas antes de asumir el cargo.
Su principal desafío es reconstruir un Estado democrático de derecho y abordar problemas urgentes como la pobreza extrema, la educación y la salud deficientes, la alta inseguridad y la corrupción arraigada en el país. La nueva administración se enfrenta a grandes expectativas, y los analistas señalan que será esencial establecer bases sólidas para la gestión pública en los próximos cuatro años.
Aunque el camino no será fácil, Arévalo tiene la oportunidad de sentar las bases para un cambio significativo en Guatemala.