Un fuerte abrazo simbólico al Hospital "Laura Bonaparte" se llevó a cabo este novela, en medio de un clima de incertidumbre y resistencia. Más de 600 trabajadores del centro de salud, reconocido a nivel nacional por su atención en salud mental, manifestaron su descontento ante la decisión del ministro de Salud de la Nación, Mario Lugones, de cerrar el hospital en el marco de una supuesta "reestructuración" por baja demanda, algo que la comunidad médica refuta con cifras concretas.
Desde las 7 AM, miles de guardapolvos blancos inundaron las calles del sur porteño, un acto de unidad en defensa de un hospital que, según los profesionales, es vital para la atención de miles de pacientes. "Sería catastrófico si cierra", enfatizan los trabajadores, quienes aseguran que los números presentados por el gobierno no reflejan la realidad. Sin el Bonaparte, miles de personas quedarían sin acceso a servicios fundamentales, violando sus derechos.
Noelia, médica generalista en el hospital desde su creación, señala que su equipo se ha dedicado a garantizar derechos básicos a poblaciones vulneradas, como la comunidad LGBTTIQ+. "La situación es pésima; nos avisaron que cerraba la guardia y la internación. Aun así, mantenemos el compromiso de atención", explica. Con preocupación, añade que no puede creer que se contemple el cierre de un hospital, algo que no ocurría desde la dictadura militar.
Amelia Rébori, trabajadora con más de una década de experiencia, describe al Bonaparte como un "hospital modelo". Allí no solo se ofrecen servicios de psicología y psiquiatría, sino también musicoterapia, nutrición y atención odontológica, cubriendo así una amplia gama de necesidades. "Nos enfrentamos a la amenaza de un cierre inminente, pero seguimos atendiendo a 40 pacientes internados y más de 500 consultas externas diarias", asegura.
Los profesionales del hospital sostienen que la salud mental no es solo un número, sino una cuestión de derechos humanos. El cierre dejaría a 662 trabajadores sin empleo y a una comunidad sin acceso a atención. Este reclamo ha generado una fuerte movilización, evidenciada por la participación de más de 150 organizaciones en asambleas de apoyo.
Marial Espeche, una de las pacientes del hospital, expresó su temor ante la posible clausura: "El Bonaparte es mi vida, mi familia, mi salud mental. Sin atención, me quedo sin medicación, y sin medicación no puedo dormir". Aunque la situación es crítica, Marial afirma con determinación: "Esto no termina aquí; nuestra lucha apenas comienza".
El abrazo al Bonaparte simboliza una resistencia colectiva, un llamado a la defensa de la salud mental y un compromiso con la dignidad de quienes dependen de este valioso servicio.