
Desde el 1 de septiembre de 2024, el distrito de Balcarce experimentó una transformación en el sistema de recolección de residuos, resultado del nuevo contrato firmado con la empresa Ashira S.A. Bajo un renovado formato y con promesas de eficiencia, se anunció con entusiasmo la ampliación de la cobertura del servicio, especialmente en el radio céntrico y la incorporación de nuevas calles. El municipio junto a los concejales del oficialismo llegaron a alardear de que, con la puesta en marcha de las nuevas medidas, se cubrirían hasta 442 cuadras con el servicio manual de barrido y 500 más con la barrera mecánica.
Sin embargo, a poco más de cuatro meses de su implementación, la realidad de este "mejorado" sistema parece alejarse cada vez más de las expectativas generadas. En lugar de optimizar la recolección, la medida ha dado lugar a una serie de inconvenientes que afectan directamente la calidad de vida de los vecinos. La ampliación de la zona cubierta trajo consigo una drástica reducción en la frecuencia de recolección de residuos, lo que se tradujo en una notable acumulación de basura, especialmente en el centro de la ciudad y en varias de las calles que anteriormente recibían un servicio más ágil.
El malestar generalizado de los ciudadanos no tardó en manifestarse. Y mientras el caos de la basura se apoderaba de diversos puntos del distrito, el intendente Esteban Reino, en un intento por calmar los ánimos, salió a enfrentar las críticas con una respuesta polémica. En declaraciones recientes, el jefe comunal de alguna manera culpó a los vecinos de no adaptarse al nuevo sistema, que implica una recolección solo tres días por semana. "La gente sacaba la bolsa cuando quería", afirmó. De acuerdo con Reino, esta modalidad fue parte de una "prueba piloto" destinada a evaluar la viabilidad del esquema, aunque la frustración de la población sigue creciendo con cada día que pasa.
El argumento económico, utilizado como justificación para los recortes en la frecuencia, es uno de los puntos clave de la discusión. Según el intendente, el servicio actual le cuesta al municipio 180 millones de pesos mensuales, lo que equivale a 6 millones por día. Si se optara por volver al esquema de recolección diaria, el costo ascendería a nada menos que 230 millones mensuales. En este contexto, Reino asegura que, a pesar de los reclamos, no es posible reestablecer el sistema anterior sin que eso implique un gasto mayor que, en última instancia, recaería sobre los propios usuarios.
El mensaje del intendente fue claro: "El servicio tiene un costo y no es lo mismo tres días que seis". Pero lo que parece obviar es que la función del Estado no es solo manejar los números, sino también garantizar servicios públicos eficientes que respondan a las necesidades de la población. En lugar de buscar soluciones que apunten a mejorar la calidad del servicio sin aumentar las tarifas, el municipio optó por justificar la insatisfacción ciudadana a través de un aparente déficit en la "adaptación" de los vecinos.
El panorama es incierto. En las últimas horas, funcionarios municipales y representantes de la empresa concesionaria se reunieron para evaluar posibles medidas que frenen el creciente malestar. Sin embargo, las decisiones aún no se han tomado y los vecinos continúan esperando una respuesta que garantice un servicio de calidad, acorde con las expectativas y las necesidades del distrito.
Si bien la expansión del área de cobertura parecía una iniciativa loable, la falta de una planificación adecuada generó más problemas que soluciones. Y mientras las calles de Balcarce se ven cubiertas de basura, la pregunta queda en el aire: ¿es posible mejorar un servicio público si solo se ajustan los números, sin tener en cuenta la experiencia real de los usuarios? La respuesta, por ahora, sigue siendo incierta.